viernes, octubre 30, 2009

Boogie, el aceitoso


El estreno de Boogie, el aceitoso, es una buena noticia. Supongo que es esperable que esto se diga desde estas páginas, así que me explico un poco.
Es una buena noticia, independientemente del resultado, que la historieta argentina siga proveyendo de historias y personajes al cine. El cine nacional no ha aprovechado, históricamente, la riqueza de nuestra historieta.
Es una buena noticia después de fiascos como los Patoruzito e Isidoro. Lo es porque, a diferencia de las anteriores, hay respeto por la obra original, entre otras cosas.
Mientras en las Patoruzito y en Isidoro quedaba la impresión de que se había partido de la idea “con los personajes alcanza”, de que el público iba igual, que con pobres historias y situaciones de manual era suficiente.
En principio entonces, con Boogie, película dirigida por Gustavo Cova, la diferencia está en el punto de partida, y esto es independiente de que se llegue a una película lograda o no. Está la intención.



El personaje de Roberto Fontanarrosa es trasladado a la pantalla con sus características: violento, misógino, xenófobo, en un todo políticamente incorrecto. Boogie dice lo que tiene que decir.
Nacido como parodia, puntualmente de Harry el Sucio, con Boogie Fontanarrosa se reía, con crudeza y haciendo crítica social, de los tópicos del cine de género estadounidense, atravesando diversos géneros, trabajando también con el lenguaje de los personajes. La película aprovecha este recurso sirviéndose en varios momentos de las formas estilísticas de distintos géneros. Para destacar es el breve corto onírico psicodélico.
La adaptación de tiras o historietas como Boogie, que se compone de un par de páginas que presentan una situación más que una historia, tienen la dificultad de crearle una historia de larga duración donde pueda insertarse el personaje, tarea de la que no siempre se sale bien parado. Aquí se consigue ensamblar la historia, unas veces mejor que otras, con una buena selección de chistes tomados de las páginas, que van insertándose en la narración, tratando de buscarles el momento adecuado.
Al mercenario Boogie, que ya tiene sus años, le aparece un joven y super eficiente rival, con el que deberá competir por la misma presa, la mujer despechada de un mafioso, testigo clave en el juicio contra éste. Mucha violencia, física y verbal, profusión de sangre, y hasta sexo. Una de elecciones de punto de partida entonces, es que Boogie, el aceitoso es un personaje para adultos, rechazando la infantilización a que tiende la animación en general.
La forma elegida para la animación tiene algo que recuerda a la gráfica de Fontanarrosa. Aparte la obvia semejanza, hay algo en la forma de moverse de los personajes que remite al estilo del autor, como si la animación estuviera recordándonos en todo momento que estamos dentro de una parodia.



Destaquemos también que están bien en las voces -otro punto difícil, cada uno de nosotros tiene “su voz"- Pablo Echarri como Boogie y Nancy Dupláa como Marcia.
Boogie el aceitoso, más allá de algún altibajo, consigue ser entretenida, divertida, respetar al personaje y al autor, y en consecuencia al público. Traernos al Boogie que hemos leído. Queda la sensación de que no se ha intentado hacer, como en casos anteriores, “una película”, sino una película de Boogie, que no es lo mismo.

http://www.boogielapelicula.com/




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